Bienvenidos a mi Blog de Travesías, intentaré relatar mis salidas y paseos fotográficos para intentar transmitir mis sentimientos en estas.

Espero les guste

Macizo Colombiano

January 21, 2015  •  2 comentarios

Orgasmo Verde

 

Una expedición al Macizo Colombiano

 

 

 

 

 

 

 

Después de leer un articulo sobre la segunda expedición de Andrés Hurtado a La Laguna de La Magdalena se me metió en la cabeza que tenia que hacerla yo también; y esta debía ser de la manera en la que el la recomendaba, por San Agustín.

 Llegar al nacimiento del río Magdalena se puede hacer de dos maneras contaba el en su especial para la revista Viajar, la fácil es llegar a Popayán, de ahí trasladarse a Valencia y caminar 9 kilómetros hasta el Páramo de las Papas, la complicada pero la que vale la pena es por el Huila. Se llega a San Agustín, después se va por una carretera destapada hasta una población llamada Quinchana, de ahí se caminan 18 kilómetros hasta unas posadas de campesinos en donde se pasa la noche para continuar con la travesía al día siguiente, en donde se caminan 18 kilómetros hasta la laguna y 9 mas hasta Valencia a pasar la noche.

Como no podía hacer la expedición en solitario por cuestiones de seguridad y logística publique en FaceBook mis intenciones de emprender esta travesía para así saber si alguien estaba igual de loco y se le media. Pues por increíble que parezca mas o menos unas 15 personas mostraron interés en hacer la travesía conmigo, pero el mas importante fue Jorge Melo, propietario de una empresa especializada en organizar viajes a sitios mágicos como El Desierto de la Tatacoa, Tierradentro, San Agustín, PNN El Puracé. Pacha Huayla que es la empresa de Jorge se encargo de ahí en adelante de cuadrar toda la logística del viaje, manteniéndonos informados sobre todas la preparaciones y que debíamos tener.

Pretendo con este relato contarles sobre la travesía la cual duro 5 días.

En el camino se fueron quedando muchos de los interesados y al final solamente fuimos 5 personas, Jorge, propietario de Pacha Huayla; Sofía Rojas, estudiante de biología de la Universidad de Los Andes; Luisa Bolívar, administradora del hotel Kahve en Garzón Huila; Giovanni Chaves, Biólogo Herpetólogo  y yo, fotógrafo.

 

 

 

 

 

 

Día primero

Garzón-Quinchana-Posada El Cedro

 

A las 5:00 salí de la casa de mis papas en Garzón Huila a recoger a Luisa quien se encontraba en su casa, después recogimos a Giovanni quien había llegado la noche anterior desde Bogotá y estaba hospedado en la casa de uno de mis tíos, a continuación recogimos a Sofía quien estaba durmiendo en Castalia, la finca de nuestra familia.

Llenamos el tanque del carro de combustible y salimos rumbo a Pitalito en donde recogimos a Jorge quien se encontraba pasando la noche donde su hija mayor.

Salimos de Pitalito a las 6:30 hacia San Agustín en donde nos encontramos con Luis (Curramba) quien iba a ser nuestro baquiano en la travesía, desayunamos en San Agustín y en el mismo restaurante nos alistaron el almuerzo de ese día; todo esto había sido cuadrado con anterioridad por Pacha Huayla, salimos a las 8 rumbo a Quinchana, esto ya era por carretera destapada, el recorrido fue de hora y media, al llegar a Quinchana decidimos llevar el carro hasta El Alto Quinchana y guardarlo en una finca. 

Ahí recogimos los caballos que tenían listos para nosotros. Llevamos un caballo con los equipos y otro para turnarnos en caso de cansancio extremo. Todos terminamos usando el caballo en algún momento.

A las 10:00 emprendimos nuestro camino; yo cometí un error y fue quedarme atrás del grupo guardando el carro, alcanzarlos me tomo mucho esfuerzo y quede agotado rápidamente, cuando los alcanzamos mi corazón pretendía salirse por mi cuello y las piernas no me daban mas, error garrafal, siempre que se emprende una caminata se debe hacer lo mas lento posible para que todo el cuerpo se vaya acomodando al ritmo del resto de la gente. Cuando los alcancé se termino la parte en subida y comenzó un descenso lleno de piedras lisas en las que hasta a los caballos les costaba no resbalarse.

Llegamos a las 12 del medio día a nuestro primer encuentro con el río Magdalena en el puente Barandillas, sitio en donde tomamos nuestro almuerzo, otro de los errores que cometimos fue ese precisamente, almorzar, pues después de este puente viene un ascenso bastante pronunciado y largo, estábamos a 1950 metros de altura sobre el nivel del mar y debíamos llegar a 2600; con el estomago trabajando para hacer la digestión fue bastante duro remontar esos metros, además que fue justo al medio día con el cielo despejado y con un calor intenso.  Puente Barandillas

Tan pronto alcanzamos la cima pudimos avistar un espacio entre dos montañas el cual era el sitio por donde debíamos pasar al día siguiente según nos informó Jorge. Era tan lejos que las montañas no se veían verdes sino azules como decía  Jorge Villamil en una de sus creaciones.

Potreros y BosqueAl fondo donde se ve el puente rojo queda la laguna, hasta allá debíamos caminar.

Además pudimos apreciar los potreros de fincas abandonadas con cadáveres de arboles sobresaliendo de los pastizales, arboles que habían conformado bosques eternos, bosques que vieron pasar a nuestros indígenas, vieron pasar a los Incas a realizar trueques con nuestros antepasados y además vieron pasar a los barbaros, a nuestros conquistadores, los españoles. Tal vez las fincas fueron abandonadas por la violencia, o tal vez porque se dieron cuenta que esas tierras solo sirven para alimentar creadores de oxigeno y nada mas; en el camino se podía apreciar que la capa vegetal es mínima, no supera los 2 centímetros, de resto es arena, es un terreno muy joven, demasiado joven en el tiempo para haber recibido alimento de los bosques.

Llegamos a una casa en donde vendían gaseosa y dulces, decidimos parar a tomar algo, algunos tomaron una imitación de Coca Cola y otros le pedimos a la señora que nos regalara agua de la llave. Había dos muchachos que acababan de llegar de Valencia, con una cara de cansancio que ni se imaginan, cuando los vi pensé que no iba a ser capaz de hacer la travesía del día siguiente pues si ellos que viven en la zona estaba cansados como sería yo que vivo trepado en una carro?

Continuamos nuestro camino, con tristeza por lo menos en mi caso al imaginarme lo que hubieran sido esos valles y esas montañas llenas de arboles en lugar de pastos no aptos para alimentar ni 3 vacas.

El camino ya era plano y algunas partes en bajada, debíamos continuar hasta la posada campesina en donde pasaríamos la noche, la posada se encontraba a 2300 metros de altura. Llegamos como a las 4 pasadas de la tarde, bastante cansados, pero la señora que nos recibió, Mery,  lo hizo con un tinto caliente  de esos que toman nuestros campesinos, cargado de panela, lo cual nos fortaleció y nos dio animo para desempacar y medio organizar la cama, en realidad los campesinos no necesitan saber el cuerpo o los sabores escondidos de un buen café, ellos necesitan energía para trabajar la tierra y es por eso que sus tintos son mas parecidos a una agua de panela que a un café. 

Posada El Cedro

Los colchones para los huéspedes se encontraban guardados para conservarlos limpios e intactos, al igual que las cobijas, Mery organizo un solo cuarto para los 5. 

Por cierto, la señal de celular la habíamos perdido justo antes de llegar a Quinchana, pero en esta posada hay un cerro en el que se supone entra algo de señal, era una subida casi vertical y en donde se encuentra una tabla horizontal con un par de puntillas las cuales hacen de antena. Como siempre mi iPhone no tuvo suerte en encontrar señal, la tabla estaba diseñada para teléfonos Nokia de primera generación, los cuales hasta ahora no tienen comparación en lo que se refiere a obtener una buena cobertura. Al contarles esto me imagino que se habrán dado cuenta que subí la loma a buscar señal, casi muero en el intento pero me tocaba  pues en este siglo 20 el no recibir noticias es señal de mal augurio. No logre comunicarme y me acosté esa noche preocupado pensando que nuestros familiares se estarían imaginando que algo nos habría pasado.

Antes de acostarnos Mery nos dio un caldo de pasta el cual nos devolvió algo de energía para seguir adelante al día siguiente.

Cuando entramos al cuarto yo saqué las hojas de coca que había tostado con anterioridad en Garzón y Sofi la bolsa de Mambe que nos habían regalado en Tierradentro unos meses atrás, la revolvimos dejando la mezcla lista para el día siguiente.

 

 

 

 

 

 

 

Dia segundo

Posada El Cedro - Lagunas - La Hoyola

 

Al despertar lo primero que hice fue buscar la ducha, se encontraba en un cuarto con todo incluido, inodoro y ducha, para que la ducha funcionara uno debía tapar una manguera por donde el agua corría constantemente con un pedazo de palo y una chuspa y así desviar el flujo del agua para que cayera inconstantemente sobre el cuerpo. Después de bañarnos nos sentamos a la mesa del comedor para disfrutar del delicioso desayuno que nos ofrecía nuestra anfitriona. Desde temprano sentí el molino triturar los granos de maíz para conseguir la harina con la cual nos hicieron nuevamente hojaldras; la noche anterior ni me pregunté siquiera de donde había salido la harina para hacerlo. Además nos dio una súper agua de panela o zurumba como dicen en mi tierra la cual nos llenó de calor y energía, el desayuno lo tomamos en una mesa que tiene en la cocina mientras veíamos las brasas de la estufa arder, porque por allá no llega la energía, todo es con vela y leña. 

La estufa

Curramba cargó el caballo con nuestras maletas, Mery nos alisto unos huevos duros, unas papas saladas y arroz para el almuerzo. Nos despedimos y le dijimos que volveríamos a los tres días, que si nos podía matar una gallina para hacer un sancocho bien buen de bienvenida a lo cual accedió. 

Cada uno se metió su puchito de mambe en la boca menos yo que me acababa de zampar un red bull y arrancamos nuestro segundo día de travesía, nadie se montó al caballo y eso que de una tocaba subir, todos queríamos disfrutar del contacto con la Pacha Mama. 

Tan pronto uno sale de la posada el panorama cambia por completo, se acaban los cementerios de arboles y comienza uno a recorrer bosques verdes, bosques vivos, llenos de grandeza, llenos de seres asombrosos. La subida fue un poco pesada pero después venía una especie de planicie en donde el camino se confundía con un riachuelo, produce tanta agua esa parte de nuestro país que por donde teníamos que transitar corría agua, no era empozada, tenía corriente como si estuviéramos caminando por una quebrada.

Las únicas huellas de humanos que vimos fueron las de los dos muchachos que nos habíamos encontrado el día anterior.

Selva

 Yo sentía como si fuera la primera persona en pasar por ahí, la selva se han ido cerrando y le toca a uno ir apartando las ramas y hojas del camino para poder pasar; me parecía increíble no encontrarme ni un solo papel, ni un solo plástico, mucho menos un palo de Bon Bon Bum o una botella de Vive 100. Me alejé bastante del grupo para que la sensación de pequeñez en ese mundo fuera aun mayor, me adelanté tanto que hasta miedo me dio de perderme, pero me encontré con el puente Santa Marta y ahí esperé al resto de la tribu. 

Al llegar todos botaron el Mambe y lavaron sus bocas, yo tomé mi puchito y lo metí en la boca pues venía una subida dura adelante ya que  teníamos que llegar a páramo, tan pronto sentí el mambe en la boca mi lengua se quemó y la encía junto con el labio también, nos había quedado mal la mezcla, muy pocas hojas de coca, no dije nada y lo mantuve ahí por un buen tiempo, esa noche todos me confesaron que les pasó lo mismo pero que creían que así era; eso nos pasa por creernos indígenas, puros hippy Kogis como le dicen en la Sierra Nevada a los del interior que se quedan en la región y deciden vestirse como locales y adquirir sus costumbres.

Comenzamos a subir y de una los turnos del caballo, en uno de esos caminos nos encontramos una huella de lo que al parecer era un puma lo cual nos pegó una recarga de energía como no lo había hecho el mambe o el red bull.

Huella de puma

Seguimos avanzando hasta una saliente que tiene la montaña en donde intentamos descansar pero la verdad es que había tantos tábanos a nuestro alrededor que casi nos enloquecen con sus picaduras y a los caballos ni se diga. Continuamos nuestro camino y por primera vez pudimos apreciar el empedrado del famoso Camino del Inca, fue algo tan maravilloso, tan mágico, tan espectacular saber que estábamos caminando por piedras puestas por los Incas cuando vinieron a comerciar con nuestros antepasados, estábamos caminando por el Qhapaq Ñan, nada mas y nada menos. Este camino tiene mas de 30 mil kilómetros de vías ínter conectadas del imperio Inca, tiene tramos dentro de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú. Fue incluido por la UNESCO como patrimonio de la humanidad. La llegada de los Incas a nuestro país coincidió con la llegada de los españoles y eso hizo que se detuviera su expansión.

Qhapaq ÑanEl Camino del Inca

Seguimos caminando por esta maravilla de la ingeniería la cual se encuentra bastante lisa por la cantidad de agua que corre montaña abajo, a raíz de esto unas tres caídas sin consecuencia, siempre alcancé a poner las manos, lo cual me llevaba a pensar en el regreso, bajando las caídas son a otro precio. 

Giovanni y yo nos quedamos un poco, entre fotografiando los paisajes y entre descansando las piernas que ya no daban mas. Menos mal Curramba bajaba con el caballo a auxiliar a los rezagados, o sino, no lo hubiéramos logrado.

Llegamos a donde se encontraba el resto del grupo esperándonos para almorzar, eran como las 12 del medio día, nos comimos los huevos duros, las papas saladas, los hojaldres y el poco arroz que le habíamos pedido a la señora de la posada del Cedro, el día anterior nos había sobrado mucho arroz y no queríamos desperdiciar.  Donde almorzamos es una  Y que divide el camino, una de las vías lleva al camino que pasa muy cerca de la laguna de La Magdalena el cual es de paso restringido, para tomar este camino se debe contar con permiso especial del cabildo indígena; los únicos con autorización permanente son los funcionarios de PNN y la otra vía lleva a un mirador en donde se puede apreciar la Laguna de Santiago y la de La Magdalena en el otro costado. Tomamos esta ultima vía para dejar el acercamiento a la Magdalena para el regreso si lográbamos el permiso del cabildo. De ahí en adelante ya nos acompañaron los frailejones a lado y lado del camino; habíamos llegado al páramo.

Abeja sobre flor de frailejón

Llegamos con mucho esfuerzo al primer mirador que queda a 3500 Metros sobre el nivel del mar, la vista era algo fantástico, por primera vez veíamos la laguna de la Magdalena, a lo lejos pero se veía despejada con una que otra nube pasando cerca de sus aguas, tal vez para robarle un poco de sus aguas o de su energía milenaria. Ahí descansamos bastante y nos tomamos todas las fotos que pudimos.

Laguna de la MagdalenaTomada desde le mirador justo antes de subir al mirador de la laguna de Santiago

Los partnersDe izquierda a derecha, Luisa, Sofi, Curramba, Jorge y Giovanni

Después nos dijo Jorge que debíamos subir una montaña para poder ver la laguna de Santiago, debíamos subir a 3700 msnm, yo voy a ser sincero y de verdad que lo dudé mucho, los pulmones, las piernas y el resto del cuerpo ya no me daban, además que todavía faltaba caminar montones para llegar a donde íbamos a dormir. Subí porque quería tomarle una foto a la laguna que lleva el nombre de mi hijo mayor, solamente eso fue lo que me dio fuerzas para hacerlo, lo hice por etapas, 10 pasos y descansaba un minuto. Menos mal subí, menos mal no me rendí, la vista de la laguna de Santiago, la vista de la laguna de la Magdalena, la paz que sentía allá arriba es algo que nadie que esté en el Macizo se puede perder. La Laguna de Santiago es una de las mas bonitas que he visto, pues tiene una pared vertical en uno de sus costados la cual la hace diferente a todas las lagunas que he visitado en páramo.

En ese punto después de tomar todas las fotos posibles de las 2 lagunas decidí cerrar los ojos, abrir los brazos y dejar que el viento pasara por mi cuerpo, olvidarme por completo del resto de la humanidad y dejar que todos los sentimientos me invadieran, el pensar que había logrado llegar  hasta ahí, al  Macizo Colombiano, sitio de tanta importancia para el país hizo que se me escurrieran algunas lagrimas de emoción por mis mejillas.  Fue una sensación tan asombrosa, tan irreal, tan indescriptible que en ese momento supe que iba a ser imposible de olvidar mientras viviera y bastante difícil de repetir; estaba bastante equivocado.

Comenzamos nuestro descenso por el otro costado de la montaña, por donde llegan los turistas de Valencia, ya el panorama era distinto, ya esto era como ir a las Lagunas de Siecha, como ir a cualquier sitio turístico cerca de una ciudad, basura por montones, los arboles rayados, las piedras marcadas, que tristeza nuestro mal llamado eco turismo, que poca cultura tenemos, que poco sentido de pertenencia; me gustaría preguntarle a estas personas si alguna vez se les ha ocurrido coger una puntilla y rayar su propio carro, Su propia moto, O rayar las paredes de su casa con marcadores que porque si.  Yo se que la respuesta va a ser negativa entonces no entiendo  porque lo hacen con nuestros paramos, con nuestras quebradas, nuestros arboles, nuestras piedras. Que mierda nuestro mal llamado eco-turismo.

Esa bajada además de dolorosa por todo lo anteriormente relatado fue extremadamente dolorosa para las piernas, muy suave pero muy dolorosa, cada paso era  angustiante, era como si le enterraran a uno mil agujas en los músculos de las piernas. 

Ya cuando comenzaron los potreros encontramos tramos planos y se podía caminar mucho mejor, también encontramos cabañas de PNN pero todas cerradas, muchos letreros de hospedaje ofrecido por PNN pero ni medio funcionario para dar información, es curioso, en toda la travesía no vimos ni un solo guarda parque, solamente letreros y edificaciones pero nada de personal que cuidara, que brindara información o ayuda al visitante, le dije esto mismo a mis compañeros de viaje y Jorge me explicó que muchos de estos funcionarios trabajan con contrato de 10 meses y se les termina preciso en esa temporada, un poco complicado se me hace esta situación a mi pues los parques quedan desprotegidos cuando mas afluencia de turistas tienen. 

Llegamos a una carretera mas bien nueva de acuerdo a la información que nos brindó Jorge pues no la conocía. Esa caminata por la carretera fue suave y aunque corta en distancia se nos hizo eterna, íbamos demasiado cansados. 

Al finalizar la tarde llegamos a donde los Papamija, otra familia  campesina que ofrece posada, la casa tenía  un jardín muy bonito en donde me imaginé tomando fotos de colibríes al siguiente día.

Sr Gulver Papamija

Me quité los zapatos y las medias que estaban empapados, lo mismo hicieron todos mis compañeros de travesía, una vez terminada esta labor nos sentamos donde pudimos y Ana Lia quien era la dueña de casa nos ofreció una sabrosa agua de panela para refrescarnos. El problema en realidad fue cuando fuimos a pararnos nuevamente, nos dolía hasta el cuero cabelludo, y eso que habíamos realizado justo antes de sentarnos todos los ejercicios de estiramiento conocidos, con dolor pero los habíamos hecho. 

Al final fueron 22 kilómetros caminados.

Curramba soltó los caballos en un potrero para que descansaran esa noche y el día siguiente, como siempre les dio su buen pedazo de panela a cada uno antes de soltarlos, el carga una bolsa con panela solo para los caballos, a veces me le robaba un pedacito pero no le gustaba mucho pues era para los caballos.

Tan adoloridos estábamos que tomamos la decisión unánime de cancelar la visita que teníamos programada a la laguna de Cusiyaco al día siguiente y mas bien dedicarnos a descansar un poco para así poder hacer las dos jornadas de retorno a la civilización. 

Esa noche mataron gallina para hacernos un delicioso sancocho con papa y cubios cosechados por el señor Gulver, jefe del hogar, el caldo fue revitalizador y el resto de la comida ni se diga.

Nos acomodaron en dos habitaciones y aunque teníamos 3 cobijas cada uno encima esa noche fue bastante complicado el descanso por el frío que sentíamos ya que la posada queda a 3100 MSNM, está situada en una colina que corre el viento a toda hora y momento, era increíble como entraba el viento por todas las rendijas posibles.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Día tercero

La Hoyola - Valencia

 

Fue tal el frío que a las 4:00 ya estaba despierto dando vueltas en la cama buscando una manera de calentarme. A las 6:00 ya nos fuimos encontrando todos en el comedor. Yo entré a la ducha y me bañe en una de las aguas mas frías que haya tocado en mi vida, los pies dolían tanto que me tocaba cerrar el agua y saltar para que corriera sangre por las plantas para que parara el dolor. 

Después del desayuno lo tomamos con calma, desayunamos huevos pericos con cebolla cultivada en la finca, queso de la región, tinto y agua de panela.

Con Giovanni nos dedicamos un buen rato a tomar fotos de un colibrí que llegaba a libar de las flores del jardín, le hicimos un estudio de mas de 100 fotos, la luz estaba como nunca, el sol saliendo por la montaña, las flores brillando, el colibrí con hambre, mejor dicho el escenario ideal, lo único que no le ayudaba a el y mucho menos a nosotros era el viento, era imposible para el intentar mantener su vuelo estático en una flor, así que cuando paraba un poco el viento nosotros alistábamos nuestras cámaras porque sabíamos que iba a llegar, llegaba y lo invadimos de fotos.

Heliangelus exortis

Como era día de descanso salimos con calma rumbo a Valencia, habíamos planeado buscar almuerzo en el pueblo.

Potrero en ValenciaAl fondo las montañas del paramo.

Tuvimos la fortuna de encontrarnos con una pareja de pájaros el cual existen pocos registros en nuestro país, el vanellus  resplendens, nombre común pellar andino, que además estaba protegiendo dos polluelos y un par de huevos en su nido, por consiguiente nos dieron un espectáculo bastante bonito al volar cerca de nosotros para intentar alejarnos de su tesoro.

Vanellus resplendens Polluelo Huevos de Vanellus resplendens

En el camino hablamos y tomamos la decisión de buscar alquilar unos caballos para que nos sacaran hasta la posada El Cedro, no tanto por el cansancio sino para poder dedicarle mas tiempo al páramo, poder disfrutarlo, caminarlo, fotografiarlo, sentirlo sin estar pensando en que de pronto nos cogiera la noche en la selva.

Cuando llegamos al pueblo nos encontramos con un par de integrantes del cabildo indígena Papallacta quienes fueron los que nos cuadraron el almuerzo de ese día y nos alquilaron los caballos para el siguiente día, entre ellos se encontraba Richard Anacona a quien le pedimos autorización para tomar el camino que pasa cerca a la laguna de La Magdalena explicándole que queríamos hacer unas fotos para crear conciencia en las personas para que cuiden nuestros recursos. Dijo que lo podíamos hacer como concesión especial pero que era un privilegio muy especial.

El pueblo de Valencia tiene una vía principal y nada mas, eso es todo el pueblo, la vía que atraviesa el pueblo está pavimentada, ya está en proceso la construcción de otra calle pues en una pequeña caminata que hice para comprar un queso pude apreciar que ya están dividiendo lotes lo cual llevará a la creación de otra calle. 

El queso que compré era para pagar el cuidado del carro, le ofrecí a la señora en Quinchana que le pagaba una plata por dejarme cuadrar el carro en su casa pero me dijo que no me recibía plata, que mas bien le trajera un queso de Valencia que era muy bueno.

Nos sentamos en el andén frente a la única tienda del pueblo en donde vendían cerveza y nos tomamos un par cada uno, al clima, eso quiere decir frías.

Luisa y Sofi

Además aprovechamos para ir a la tienda del Cabildo en donde dos señoras muy queridas nos vendieron unas mochilas y yo compré una pulsera para la colección que tengo en mi maletín de fotografía.

A la 1 fuimos a la casa en donde nos prepararon el almuerzo, pollo en salsa con yuca, arroz y para tomar chicha, como 5 vasados de chicha me tomé yo y además llevamos un litro y medio para el camino.

Cuadramos todo lo de los caballos para el siguiente día arrancar bien temprano y aprovechar lo que mas pudiéramos en la laguna y tomamos nuestro  camino de regreso a la posada en La Hoyola. Paramos nuevamente a tomarle mas fotos al Pellar y a uno que otro colibrí que nos encontramos en el camino pero en realidad la tomamos bastante suave para recuperar los músculos de las piernas, aunque entre caminada y descanso terminamos caminando al final del día 14 kilómetros, lo cual creo que fue bueno pues los músculos estuvieron en movimiento y no se quedaron estáticos. Sofi tuvo problemas con un mugre en el ojo y se fue bastante rápido para la posada junto a Luisa, le dolía bastante y se le estaba hinchando.

Llegamos a la posada y nos tomamos algo así como el resto del día libre, a Sofi Jorge le aplicó suero fisiológico en el ojo para limpiarlo y vimos que salió el mugre aunque el dolor persistió y en la noche se inflamaron un poco los párpados.

Ese día tuvimos un atardecer como pocos, el sol se ocultaba por el lado de Valencia e iluminaba las montañas del Macizo, como era verano las iluminó de un color naranja asombroso, solamente tuvimos pocos minutos para lograr capturar esos colores.

Atardecer

Esa noche la comida fue trucha, deliciosa pero preocupante pues eran pescadas en la laguna de Cusiyaco y según me informaron la de la Magdalena también está plagada de ese bicho, eso quiere decir que si había algo nativo ya no está. Esa noche nos acostamos temprano después de tomarnos una agua de panela.

Esa noche pensé que la casa iba a ser arrancada por los vientos que bajaban del Macizo, era algo de miedo sentir las hojas de Zinc agarrarse para no ser llevadas por el viento, así mismos entraba el frío por las rendijas en la madera y no dejaba tener un sueño constante, uno se dormía profundo y se despertaba al rato, así toda la noche, mas o menos unas 10 veces.

 

 

 

 

 

 

Día cuarto

La Hoyola - LAGUNA DE LA MAGDALENA - El Cedro

 

Al siguiente día nos levantamos a las 4:45 pues la idea era salir a las 6:00 para llegar a la laguna lo mas temprano posible y lograr una muy buen luz para la fotografía, el desayuno como siempre espectacular y por primera vez en la travesía nos dieron queso, delicioso, queso de la región. 

Los caballos llegaron puntuales pero faltaba uno, así que yo me ofrecí a caminar hasta que consiguieran el otro mas arriba en una finca. La verdad no me sentí muy cansado, mi preocupación era no llegar temprano a la laguna y que de pronto se nublara o que subiera mucho el sol, caminé como unos 4 kilómetros y me alcanzo el muchacho que nos había alquilados los caballos con el mío. Seguimos el camino, hubo un momento en el que me di vuelta para hablar con Giovanni y me di cuenta que venía solo el caballo, me imaginé que lo había tumbado, detuve mi caballo y agarré el de el esperando que llegara. Cuando llegó me dijo que no era el quien se había caído sino Luisa y que estaba bastante golpeada, en los tobillos y en la cabeza, ya cuando a uno le hablan de golpe en la cabeza la cosa es preocupante. Esperamos a que llegaran todos, incluida Luisa quien ya se había montado nuevamente y arrancamos de nuevo, parando de vez en cuando para revisar a Luisa quien había cambiado de caballo pues el de ella no estaba muy confiable, ese fue montado por Curramba quien mas adelante también probó la tierra al ser azotado por el mismo caballo victimario.

Llegando a la laguna

Llegamos al páramo, Curramba nos indicó cual era el mejor sitio para poder entrar hasta el nacedero del río Magdalena en la laguna, nos desmontamos de los caballos y arrancamos, sin mediar palabra el uno con el otro y cada uno por su lado, como queriendo vivir ese momento cada uno por separado, Giovanni fue el primero, lo seguí yo y detrás mío Sofi y  Curramba. Jorge se quedó junto a Luisa revisando que todo estuviera bien con su salud. llegar a la laguna es complicado, desde que uno se sale del camino todo el terreno es pantano, en muchas ocasiones el pie se hunde hasta la rodilla, se debe hacer con mucho cuidado para no ir a lesionarse, Giovanni revivió por algunos momentos una lesión que tenía en una rodilla y Sofi quedó empapada en sus dos pies durante el resto del día.

Ya que estoy hablando del acceso a la laguna y a la embocadura del río Magdalena me gustaría contarles que nosotros actuamos mal al ingresar hasta la laguna pues la autorización era para pasar por el camino pero no acceder hasta el borde, la laguna es sagrada y nosotros en nuestra emoción ni se nos ocurrió pensar en esa parte que es muy pero muy importante. Aunque cada uno de nosotros hizo un pagamento a su manera los dos muchachos que nos acompañaban del cabildo, se molestaron al ver que nosotros entrábamos como si nada pero gracias a Jorge que les explicó nuestra imprudencia por la emoción esto no pasó a mayores.

Cuando llegué al borde de la laguna me invadió una emoción descomunal, estaba frente a ese cuerpo de agua que le da la vida al río mas importante de nuestro país, río que recorre 1500 kilómetros en medio de nuestras cordilleras, atraviesa 18 departamentos. Rio en el que a sus orillas decidieron formar tantas poblaciones, río que nadó Kapax para crear conciencia, no sirvió de nada, río que enmugramos, que abusamos, irrespetamos y trancamos con presas necesarias o innecesarias. Ese río que me dio tanto trabajo dibujar en clase de geografía. Justo ahí me encontraba yo parado, viendo esa majestuosa laguna llorar ese pequeño río. Ya entenderán porque dije que estaba equivocado en el mirador de la laguna de Santiago, esta experiencia fue mucho mas intensa, mucho mas sagrada, mas intima por así decirlo, era tal la atracción que uno simplemente no se quería ir, le tomé fotos y fotos y fotos, me regaló además fotos de un par de patos y un zambullidor para mi colección. No me aguanté y salté el río, tenía que hacerlo, tenia que ver la laguna desde otro lado, tenía que fotografiarla desde todos los ángulos posibles, el inconveniente era el oxigeno, era complicado caminar, 10 pasos y el oxigena faltaba, tal vez mezclado con la emoción y los 3500 metros de altura pero no era fácil.

La Laguna de La MagdalenaFantástica!!!!!

Nos encontramos en la embocadura con Sofi, Curramba y Giovanni para tomarnos una foto de grupo, y después decidimos volver a donde estaban Luisa, Jorge y Richard para continuar nuestro camino al Cedro.

Cuando comenzó el descenso vinieron los problemas, mi caballo no se sostenía muy bien que digamos y mas de una vez intentó irse de bruces, hasta que al final pasó y tomé la decisión de no montarme hasta no llegar a parte plana, prefería caerme de mis propias patas y no desde arriba de un caballo. Aunque fue complicado por las piedras tan lisas no tuve ninguna caída aunque guardé la cámara por si las moscas. Yo siempre acostumbro cargar la cámara en la mano y el maletín en la espalda, no le confío el maletín a nadie, ni siquiera a un caballo, pero cuando el terreno es difícil guardo la cámara y el maletín queda pesando mas o menos unos 20 kilos, lo cual no es que ayude mucho en las bajadas.

Cuando íbamos bajando nos encontramos con una señora que iba a caballo, una niña de unos 6 años sola en su caballo y sus dos hermanos que compartían caballo, cuando me los encontré uno de ellos, el mayor iba de a pie para aliviarle la carga al jumento. 

Cuando salimos del paramo y bajamos a la parte selvática que ya es plana me monté al caballo y terminé el viaje en el hasta el Cedro, me impresionaba la forma en como Richard y Curramba mantenían el paso de los caballos, nunca se quedaron atrás. llegamos mas bien temprano a la Posada de Mery, como a las 2 de la tarde, almorzamos lo que nos había empacado la señora Ana Lia y después de medio acomodar maletas, despedirnos y agradecer a Richard por los caballos nos fuimos para el río a pasar la tarde, tomamos fotos de la corriente, de las piedras, de los arboles. Le di una medio clase de fotografía a Luisa que se encontraba estrenando cámara. 

Rio MagdalenaCerca de la posada El Cedro

Curramba se quedó sacrificando la gallina para el sancocho de la noche. Cuando llegamos de nuevo a la casa nos encontramos con la señora y los niños que iban subiendo al páramo. Sofi y Luisa entablaron conversación con ella y les contó que eran de Quinchana y que había llevado a los hijos a conocer la Laguna de La Magdalena pues les había prometido que si pasaban el año los premiaba con ese viaje. La cara de felicidad de los niños esa noche solo se comparaba con la nuestra, irradiábamos felicidad, todos.

La heroina

El premiado

Nos sentamos a disfrutar el delicioso sancocho preparado por Mery con ayuda de Curramba y después nos recostamos a hablar un rato. 

Los niños premiados llegaron al cuarto pidiendo hablar con Giovanni pues lo habían visto tomar mate y querían probarlo, de uno en uno pasaron a probarlo y a todos les encantó. Hablamos un rato mas hasta que fuimos quedándonos dormidos uno a uno o creo que todos al tiempo.

Antes de quedarnos dormidos Giovanni y yo arreglamos todo para dejar listas las maletas ya que íbamos a salir antes para poder así pajarear un poco en la vía al día siguiente.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Día quinto

El Cedro - Quinchana - Garzón

 

A las 4:30 sonó el despertador, me fui para la ducha, intenté desviar el chorro de la manguera hacia la ducha pero no funcionó así que tocó a punta de totuma, ajijuemadre el frio, casi me congelo. 

Terminé de arreglarme, dejé la maleta lista para que Curramba la subiera al caballo mas tarde, nos despedimos de Mery y arrancamos nuestra pajareada.

Cuando empezamos a caminar estaba de noche todavía pero como había luna llena algo se veía, el primer avistamiento fue de 3 grallarias  que se encontraban en el camino, creemos que era una pareja y su cría pues estaban bastante ruidosas y lanzando chillidos de alerta. Creemos que eran Grallaria gigantea lo cual hubiera sido un súper registro fotográfico peo no estamos seguros todavía, no tomamos la foto pues como estaba de noche teníamos las cámaras en los maletines.

Después de ese avistamiento  en realidad fueron muy pocos los pájaros que vimos, un atrapamoscas, un colibrí y pare de contar. Buscamos un quetzal que habíamos escuchado el primer día pero no tuvimos suerte. 

Como a las 9:30 nos alcanzó el resto de la gente y nos dieron el desayuno, huevo duro, hojaldra, chicha y papa salada.

 

Cuando terminamos de desayunar continuamos con nuestro camino y nos detuvimos nuevamente en el puente Barandillas donde recargamos nuestras botellas con agua todavía pura del río Magdalena y comenzamos la súper subida; en realidad después de 5 días de caminata estábamos ya hechos unos duros, nos rindió un montón y ninguno se montó al caballo, es mas Curramba iba con los dos caballos adelante. Cuando llegamos al plan iba yo tan bien que alcancé a Curramba y seguimos al mismo ritmo hasta el carro. La verdad es que ya cada uno tenía su afán interno por regresar.

Llegué a la finca en donde estaba el carro, le agradecí inmensamente a la dueña de la finca, le entregué el queso el cual ya se encontraba medio cocinado de tanto viajar. Curramba entregó los caballos a sus dueños, cargamos el carro y regresamos a San Agustín. Ahí paramos en la pastelería francesa, al parecer ahora todos los pueblos turísticos tienen una, nos comimos un postre y nos tomamos un buen café.

Nos despedimos de Curramba y regresamos a Garzón con el corazón inflado y una sonrisa de oreja a oreja la cual será difícil de borrar por mucho tiempo.

Jorge se subió a un bus para regresar a su pueblo, Giovanni se subió a otro para regresar a la capital, Luisa se quedó en su casa, Sofí en Castalia y yo en la casa de mis papas con mi señora y mi hijo menor. 

Todos felices y muy agradecidos con Jorge, Curramba, Mery, Ana Lia, Gulver, Richard, los caballos, la Pacha Mama y en general todo el Macizo por tan inolvidable experiencia.

 

 

Juan Diego

 

 

 

 

 

 

 


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